What's to Come [Gabriel]

A penas recibió la noticia de lo ocurrido y salió de su casa para ir en busca de su hermana. No le dijo nada a Dulcinea, ni a su madre, no valía la pena molestarlas en vano. Sabía con quien lidiaba: Gabriel, el desecho de demonio que había encontrado días atrás, y al que no eliminó por caridad.
Ahora estaba lamentando aquel hecho, pero a pesar de estar preocupado por el bien de su hermana, estaba seguro que el demonio no le haría daño o no conseguiría lo que deseaba. Pero, qué deseaba de Castiel?

Era la pregunta del millón de dolares. Después de tomarse la molestia de secuestrar a su hermana y llevarla a no sé donde... Esto estaba muy raro, pero estaba preparado para cualquier cosa.
Cambio su vestimenta oscura, por algo completamente negro. De pies a cabeza. Gabardina negra, camisa negra, pantalones negros... Todo eso.

Llegó a Florencia después de volar todo el camino, la cabaña abandonada estaba en medio del bosque. Aterrizó en el techo de está e hizo un recuento mental de todo lo que había a su alrededor, pues podía servir en un futuro, ya fuese para escapar o para usar en contra de la criatura.
Entró en el lugar, sin tocar la puerta, la cortesía se había perdido completo con las acciones de este sujeto.

Se recargó en la pared. No había señales de su hermana aquí y eso le molestaba. Terminaría matando a la criatura a este paso... luego se las arreglaría para encontrar a Soph.

Esperaba el momento con aburrimiento. Sentí su presencia cuando llegó y al instante que sentí que se detenía en el techo sonreí. Era tan fácil manipular a una criatura buena. Ahora que tenía los restos de los demás pecados dentro de mí ya no era simplemente un leve demonio, llegaba a los talones de los mismos Lich's. Sería divertido molestar a el ángel ahora que podía aguantarle los golpes y darle unos por mi parte.

Cuando lo ví entrar por la puerta fue un poco de egolatría tan inmensa que de tener plano físico, estaría ahora destruyendo la cabaña con la velocidad que crecía.

- Un Angel sin modales, Vaya.

Susurré recargado en la pared en la que el estaba, al entrar no se había percatado de mi presencia al taparme la puerta y pasar esta de largo. Un poco de sorpresa era buena. Lo miré de pies a cabeza, por mi mala suerte me daba la espalda en ese momento, así que no pude apreciar la ira de sus ojos, de seguro estaría ardiendo por dentro como un fogón.

- Supongo que encontrarme sí era facil, bueno, que se le va a hacer...

Susurré con una media sonrisa mirándome los nudillos sin prestarle mucha atención. A menos de que hiciera lo que quería, no iba a lograr nada.

El ambiente dentro del lugar era un tanto sombrío, pero podía darse cuenta de que el demonio estaba satisfecho con su trabajo. No era el mismo de hace unos días, este demonio estaba despierto, vivo y preparado. No seria lo mismo pelear con él ahora. Mejor.
Antes era duro llamarle una pelea justa, ahora estábamos nivelados, pero si se confiaba de más iba a terminar perdiendo.

Su voz se escuchó y giro su vista hacia donde estaba. Su error era pensar que el hecho de que estuviera escondido tras la puerta le daría ventaja. Tal vez era rápido, pero no tanto como Castiel.
No le respondería, si no le decía nada, iba a terminarse desesperando y comenzaría a perder el control de la situación y eso beneficiaría al ángel, a demás de que Castiel era mucho más paciente que el demonio.

Giró hacia este, con una expresión serena, dejando su ira de lado. No podía perder la cabeza, ni siquiera ahora y bajo estás circunstancias. Solamente levanto una ceja brevemente y luego le miro como si nada. Sin rencor. Sin emociones. Como si estuviera viendo a su mejor amigo.
Incluso se permitió sonreír, está sonrisa fue mucho más amigable que la primera.

Asentí chasqueando la mejilla en un sonido coqueto cuando giró hacia mi, tal vez el creía que lo que hacía en la puerta era tener ventaja, pero en realidad solo había buscado mirarle sin que se diera cuenta, para después ver su cara de sorpresa, aunque ese ultimo capricho se vió amargado por el hecho de que éste tipo no tenía emociones, de hecho, me sorprendía que rescatara a su hermana cuando en realidad la emoción de la fraternidad era tan notoria en él como una peca en la entrepierna de alguien(?).

Cuando el alzó una ceja no pude evitar alzar ambas de las mías en respuesta, pero cuando sonrió simplemente hice una mueca de asco. Tenía una buena sonrisa, debía admitirlo, Pero aquella sonrisa no era algo que a mí me gustase, era más como cuando un abogado sonríe a punto de fallar en tu contra. A pesar de que era algo tenebroso, la sonrisa de Castiel era contagiosa, supuse que era su "Encanto angelical". Imité su gesto, sonriendo de igual manera, solo que obviamente, yo lo hacía con más atractivo, más provocativo.

Había visto a lo largo de mi existencia (Como pecado, no en un plano físico) que los humanos que escondían sus emociones terminaban perdiéndolas, en este caso se aplicaba igual. Castiel tenía un exceso al reprimir sus emociones, eso no sentaba bien en un chico de su calibre...

Soltó un suspiro que tenía ahogado en su garganta y este irrumpió con el silencio del lugar por un breve segundo.
Ninguno se movió, salvo el rostro del demonio cuando esbozo una sonrisa de replica a la del ángel. La suya fue diferente. Sucia. Pero con un breve movimiento de manos, Castiel alejó el gesto e inspeccionó a su alrededor para familiarizarse con el interior de la cabaña.
No había nada de importancia, de hecho estaba un poco vacía, lo cual seria bueno en caso de un altercado.

Las miradas de ambos se cruzaron y ninguno quería apartar la vista primero, pero Castiel estaba determinado a permanecer en silencio por la mayor parte del tiempo. Total, él no perdía tiempo y el demonio si.
Dio unos pasos atrás, sin despegar su vista de él y terminó recargándose en la pared, con los brazos cruzados, gesto muy común en él.

Podía ver con claridad a pesar de la poca iluminación. Estaba averiguando las intenciones de aquella criatura del infierno, y ya tenía un par de posibilidades, más que nada por su sonrisa coquetona. Sucias criaturas que eran... Ahora parecía entender un poco. Este tipo buscaba la cercanía porque de otro modo su don no serviría de nada.

Ladee un poco el rostro. En realidad terminaría durmiendome ahí mismo. ¿No le importaba lo que le pasara a la otra chica? El suspiro fue algo incómodo, el tipo no era un buen héroe después de todo, al contrario de el villano que era yo. Era tan fácil decirle ahora mismo que le quedaban diez minutos de vida a su hermana y el no se inmutaría en siquiera pronunciar una palabra.

Caminé hacia un sofá que estaba en la pared opuesta en la que él se había reclinado. Esto sería algo tardado, así que esperaría a que le cayera en cuenta que un tío loco como yo podría tenerla bajo veneno de una hora o algo por el estilo. El ángel parecía creer que no perdía el tiempo, pero en eso se equivocaba, o tal vez no, digo, el no perdía el tiempo, yo tampoco, pero la chica sí.

Recliné el brazo en el descanzabrazos del sofá, apoyando mi pómulo sobre mi palma y el codo en éste sofá. Esperaría a que le cayera el cubetazo de agua, solo ojalá no fuera mucho tiempo.

Le observó sentarse sin prisa alguna, lo siguió con la mirada. Al parecer los dos eran bastante necios en ese sentido, ninguno quería hablar primero. Seguramente el demonio pensaba que no tenía nada que perder y la verdad es que Castiel tampoco.
Amaba a su hermana, pero si ese llegaba a ser su final, era porque Padre lo quería de ese modo y porque Sophia tenía un destino mejor esperándola.
Sin embargo, su familia era lo que más le dolía en el mundo. Quizá lo único. Y por esa razón, tenía que hacer algo al respecto.

Caminó hasta quedar frente al demonio, poniendo unos cuantos metros de distancia entre ellos y mirándolo fijamente.
A pesar de que el aura del demonio era muy diferente a la de la primera vez, Castiel no se sentía intimidado al respecto y quería dejárselo en claro.

- Siendo un par de necios no llegaremos a ningún lado. Sabes de sobra a que vine, así que dime lo que quieres... O podemos saltar la plática e ir directo al enfrentamiento. Me da igual, terminarás en el suelo.

Bostecé de puro aburrimiento cuando sentí su mirada seguirme, para cuando se había acercado me pregunté qué tanto tiempo habría estado pensando en hacerlo, tal vez nada, éste tipo era tan espontaneo como la combustión (Espontanea), pero en realidad eso podía ser un punto a su favor. Me pregunto... Con tal de golpearme un buen rato, ¿Habría arriesgado a su hermana? Solté una pequeña risa burlona al escucharle "Qué es lo que quieres", Justo la frase que quería escuchar.

- Verás, Ángel. En los mundos mortales hay pocas, si no es que ninguna, cosas que los demonios de mi calibre quieren.

Me levanté con pereza del sofá y me acerqué a el con los brazos cruzados. ¿Que tan dificil sería de persuadir un angel cuando una de las cosas que mas le importaba estaba en riesgo? Me quedé a al menos medio metro de él. Tan cerca de él que podía oler el enojo que le provocaba la situación, la terquedad que lo hacía silencioso, el amor por su hermana y sobre todo, la repulsión por los demonios, todo gracias a los restos de Gula.

- Pero los planos divinos son diferentes.

Entrecerré los ojos y caminé unos cuantos pasos hasta recargarme en la pared en la que él estaba, apoyandome con los hombros, inclinado hacia atrás y con los brazos colgando.

- Esto es quizá lo mas estúpido que escucharás de un demonio. Pero te quiero a tí. Por eso tomé una... Garantía.

¿Lo tomaría como que quería su cuerpo o como que en realidad le deseaba? de cualquier manera, esperaría a que hiciera alguna estupidez y luego dejaría que digeriese el hecho de su hermana en peligro, más mi demanda.

Terminó de decirle sus primeras palabras al demonio y luego espero, aunque no tuviera que hacerlo por mucho tiempo. Se levantó y caminó. De nuevo sintiéndose el dueño de la situación.
Lo patético de la situación es que estaba seguro de que el demonio creía conocer como me sentía. De su cerebro emanaba la idea de que Castiel estaba molesto con él, de que le daba rabia la situación. Cuando en verdad, lo único que quería era terminar con esto para volver con libertad a su hogar.

Encima creía que teniendo a su hermana podría manipularlo. Sacudió la cabeza en un gesto apenas visible y comenzó a escuchar su aburrido discurso con indiferencia.
Siguiéndolo solo con la mirada, su mente no estaba en ello.
Se paso una mano por su cabello, por tener algo que hacer, estaba acostumbrado a moverse.

Levantó una ceja al escuchar lo último que dijo. Y soltó una carcajada que irrumpió en el lugar. Le miró con seriedad. - Qué te hace pensar que fue garantía suficiente? Te equivocas si crees que he venido a rescatar a Sophie. Verás, aunque nosotros convivamos con los humanos, no tenemos las mismas emociones que ellos, no nos encariñamos los unos con los otros. Es mi hermana, pero eso es todo.

Exclamó ahora siendo el que tomaba asiento en el sofá del lugar y acomodándose en este.

Mi rostro perdió todas las emociones al ver como se carcajeaba, todas a excepción de el "Atónito". Dios, en realidad los ángeles eran peores que los demonios, nosotros siquiera teníamos algún sentimiento de fraternidad Arqueé ambas cejas mirandolo con un poco de disgusto más por su frialdad que por el hecho de que tal vez no me saldría con la mía. En fin, me daría una buen batalla el ángel aquí, pero ahora que lo veía desde otro punto, no cambiaría nada que matara a su hermana, después de todo, sería un punto más a favor de los Sanguinetti.

- Ah bien. en ese caso qué se le va a hacer.

Susurré sacando una navaja y marcando unas lineas en lenguas demoniacas, seguro el ángel podría leerlas. Se leía "Muerte". Sí a el le daba igual la chica, sería mejor que a mí también me diera igual. Rasqué la base del circulo dentro del cual estaban las lineas y éstas empezaron a arder lentamente.

- Supongo que no significará nada para tí que los Sanguinetti tengan otro punto a su favor, Que tu hermana se reúna con tu padre y que tu otra hermana te odie por no poder evitar esto. Así que...

Susurré totalmente aburrido, ya ni siquiera hacía esto por ver reacción alguna en él. Me dejé caer en el suelo debajo de la marca chispeante en la pared.

- ¿Cómo terminamos esta situación?