Silencio [ Libre ]

El lugar era oscuro y perfecto para cualquier cosa que se me ocurriera hacer. Me senté despreocupadamente en una sala casi vacía, a excepción de alguna que otra pareja que estaba ahi, éramos en total como treinta gentes en esa función. Sería una película de Romance, algo de mi estilo, irónicamente un Demonio veía y gustaba de ver películas de Romance. Tomé palomitas del bote, metiéndomelas a la boca mientras sonreía levemente de lado escuchando como mi flujo empezaba a alterar a las personas que estaban presentes en la sala. Se empezaron a escuchar unos cuantos gemidos placenteros, y unas personas yéndose, supuse que se irían a los baños.

Me levanté y me dirigí a la salida de la sala, en las sombras había una pareja hacienod lo suyo, solo los miré de Reojo mientras salía de la sala con una mirada satisfecha.

Caminé lentamente hasta que el hedor de una creatura benévola me atacó a la nariz, una chica que pasaba a mi lado me estaba bañando con aquel hedor. ¿Es que los ángeles no dejan que uno se divierta a gusto? Caminé como si no la hubiera notado, solo sintiendo el ardor en la garganta

Bah, Ángeles entrometidos que siempre tienen que meter sus narices en los asuntos que no les importa, aparte de que no tenían voluntad, eran demasiado metiches. Me moví un poco para evitar chocar con ella mientras caminaba con dirección hacia el baño, no pude evitar girar la cabeza hacia ella cuando ya la había pasado.

No se daba cuenta... Vaya creatura de luz tan distraída era esta, bien podría haber pasado una horda de demonios en su camino hacia acá pero ella no se habría dado cuenta.

Vaya que a veces la gente era distraída. Caminé despreocupadamente hasta que supe que la chica se había dado cuenta de su error, el otro ángel se hubiera infartado si se enteraba de un error tan básico como éste. Igual no le pondría mucha atención, en realidad lo que yo hacía no era para nada contistar el mundo. La chica leía mis pensamientos, lo sabía, sentía la falta de privacidad en mi mente, no se como no había enfocado aquel poder en mí antes.

Apoyé los nudillos de mi puño derecho en la puerta del baño, abriéndola y entrando a éste lentamente, no sin antes echar un leve vistazo despreocupado a la chica que me observaba. Podía desaparecer de ahí en un instante, pero sería algo tonto no ponerme a molestar a un ser de luz.

Me detuve por un segundo dentro del baño esperando la presencia de aquella mujer entrar a éste. La esperaría con algo de afán, sentándome en la barra del baño donde se situaban los lavabos, cruzando los dedos a la altura de mis rodillas, entrelazando mis manos por éstos. Por un minuto pensé en el hecho que era una chica y que era del lado bueno de los inmortales, así que me di un fuerte manotazo en la frente pensando en que de seguro no entraría por educación.

Di un leve salto para incorporarme en el suelo y me lavé las manos rodando los ojos recordando la facilidad de distracción que tanto me había burlado de ella, y que ahora de seguro ella burlaría de mi al leer mi mente.

Dejé que el ventilador caliente de la pared secara mis manos antes de soltar un suspiro a mi estupidez y abrí la puerta de nuevo con los nudillos saliendo del baño con la cabeza baja, sin inmutarme a mirarla, para después hacer como que sacaba un móvil para ver la hora, frunciendo el ceño. Las siete... Asquerosa hora del día, bueno, no hora, más bien el número.

Oficialmente me sentía aburrido en cuanto chequé el móvil. Esas cosas eran tan desechables que no tenía necesidad de conservarlos, así que lo lancé al bote de basura más cercano, captando las miradas nerviosas de algunas personas cuando lo hice. No me preocupaba en lo mas mínimo una posesión física, no era Avaricia ni Gula como para hacerlo, a mi lo único que me importaba era sentirme bien.

Moví la cabeza hacia la chica cuando se acercó a mi, al fin parecía que iba a tomar acción sobre mi presencia y sobre los chicos que a esta hora ya habían dejado de fornicar en la sala de cine, de seguro ahora ya ni recordaban nada, solo veían quedamente la película.

- Cada quien su camino... ¿Huh? Yo sigo el mío pequeña, no se por qué tú estas en él ahora mismo.

Susurré quedamente con el tono seductor que me caracterizaba y me lamenté por un momento que la chica no fuera un demonio.

- ¿Que necesitas?

Volví a susurrarle mientras me cruzaba de brazos sobre el pecho.

Arqueé una ceja al escucharla, era enserio que los ángeles se armaban en meter las narices en mis asuntos, si no era el otro monigote era esta chica. ¿No les hacía daño meterse en los asuntos de los demas? Diablos, literalmente, deberían de conseguirse un mejor pasatiempo como terminar aquella guerra antes de ponerse a hacer alguna tontería como las que hacían estos dos.

- No eres muy brillante ¿Cierto?

Susurré escépticamente cuando la escuché. Ella ya debía de saber que yo sabía que podía leer mis pensamientos, no creía que en realidad tuviera que tener que aclarar ese punto cuando ella simplemente podía leer mi mente y saber lo que pasaba.

- No lo negaría Cherîe, en realidad me gusta disfrutar de mi trabajo, pero no veo el porqué preguntar cuando ya sabes la respuesta leyendo las notas mentales que tengo por aquí.

Susurré dándome un toqueteo con el índice y medio en la sien con un leve sonido provocado por mi lengua. Sonreí de lado. Mejor que las mujeres fáciles como aquella vampiresa de la playa, era una mujer difícil a la que podrías demostrarle ciertos puntos que te hacían un buen amante.

- Oh disculpa, en realidad ahora eres TÚ la que está metiendo su cuchara donde no le importa, A menos de que estuviera metiéndome con los Russo o los Sanguinetti, no deberías de estar molestándome Cherîe, y sabes que eso es cierto.

Susurré de nuevo coquetamente mientras daba un golpecillo en su quijada, como un obvio signo de flirteo.

No tenía idea quien era más patética si yo o él. Concluí que yo. Todo el tiempo que pasaba en la casa y encima que no había lidiado con un demonio en muchísimo tiempo. Los Sanguinetti no contaban, nunca les veía y en lo personal a mi no me afectaban en lo absoluto. No como a Dulci y a Castiel.

Bufé. - Al parecer no... Nunca me dedico a esto. - admití encogiéndome de hombros. Yo prefería lo pacífico... Nada de peleas, me parecía innecesario. Después de todo, los demonios se originaron del mismo lugar de donde nosotros.

"Buen punto," pensé al escuchar sus siguientes palabras. Ojalá hubiera seguido con mi camino a casa... Total, Castiel tarde o temprano se encargaría de este chico, si me marchaba ahora, podría contarle del tipo y él iría tras él. Pero se vería sumamente cobarde el asunto.

- Tienes razón, yo vine a buscarte... pero estás en territorio Russo y por consecuente lo que pase aquí es de nuestra jurisdicción. Por lo tanto... - y me callé de nuevo, puesto que había avanzado y ahora estaba frente a mi, tan cerca que tocó mi quijada brevemente.

Dí un paso hacia atrás, si bien no tenía nada en su contra, su cercanía era extraña. Era la primera vez que interactuaba de ese modo con un demonio y era... emocionante y aterrorizante a la vez. Más porque tenía una rara sensación en la boca del estomago.

Solté un suspiro pesado. Ella no sería una molestia como el otro Ángel de Roma, no creo que lo fuera, en realidad era un poco distraída, de querer hacerlo, podría darle un simple roce y ponerla bajo el yugo de mi voluntad y Finit, Adios Ángel. Dos o tres de las chicas de los Russo eran de su edad mas o menos, pero ¿Cuales?. Asentí asertivamente al escucharla.

- Claro, se nota, deberías de dejarme en paz pequeña, no sabes qué sarta de tonterías puedo hacer en este mismo lugar.

Dicho esto apoyé una mano sobre la pared que no se veía del ángulo del pasillo y de donde la tenía puesta, empezó a aparecer carcoma de la misma pared, como si estuviera cayendose a pedazos podridos, una pared con Lepra. No era uno de mis más grandes dones, y podía ser retrógrada con éste cuerpo Humano, podía terminar pudriéndome a mí mismo, pero no dejaba pasar la oportunidad de espantarla. Retiré la mano mirándola con el ceño fruncido. Solté un pequeño Bufido cuando mencionó a los Russo. Esa familia de ángeles comenzaba a fastidiarme, ¿Todo aquí era Russo y Sanguinetti? Aunque...

- ¿"Nuestra" jurisdicción? ¿Tú que tienes que ver con los Russo? Ellos están como cangrejos hermitaños en sus casas, así que no es mi deber sacarlos de éstas, yo solo vengo de mensajería y de diversión.

Susurré con algo de pereza mirándola, relajando el ceño fruncido. De todos los pecados ¿Como es que yo era el único que quedaba?... Eso me traía una buenísima Idea. Ira había dicho que de haberse hecho de los restos de Orgullo y de Envidia, habría sido un mejor demonio. ¿Y si aún quedaban los restos de ellos?

Rodé los ojos, a pesar de que yo misma sabía de mis bajas capacidades de ganarle en caso de una pelea... no era tan divertido escuchar sus pensamientos al respecto. Y a qué se refería con eso de su voluntad? Su poder no sonaba nada... digamos... alarmante.
Sus amenazas tampoco me cayeron particularmente bien, acaso todas estás criaturas era tan antipáticas? Si hubiera tenido intenciones de "atacarlo" ya lo hubiera hecho.

No hice caso de sus palabras y me dedique a observar lo que ocurrió cuando puso su mano en la pared. No fue algo lindo, pero tampoco me intimido demasiado, si hubiese querido atacar ya lo hubiera hecho.

- Lindo don... Debe ser muy útil en una pelea. - dije con algo de sarcasmo que hasta a mi me sorprendió.

- Tengo todo que ver con los Russo... - rodé los ojos, no parecía estar bien informado de todo. Dude un poco si decirle que yo era uno de los miembros de esa familia... Castiel no iba gritando su nombre cada que se enfrentaba a alguien, pero yo no era Castiel...

- Es mi familia después de todo.

Me dieron unas enormes ganas de enseñarle que tan bueno podía ser el don en pelea, pero en realidad no quería hacerlo, ahora todo lo que pasaba por mi cabeza era el hecho de que ella era una Russo. Ella tenía una relación directa con aquél angel que había visto en Roma, el obsesivo compulsivo de la justicia y de eliminar cualquier demonio que se le pusiera encima, el sobre protector y sobre todo el mártir. Abrí los ojos ampliamente mirándola de reojo, al tiempo de que desviaba mi mirada al suelo, haciendo mis pensamientos fugazmente privados.

- Eres una Russo...

Susurré por lo bajo más para mi que para ella, aunque era a quien citaba en el pensamiento. En serio tenía unas enormes ganas de sonreír de emoción, pero eso solo la dejaría ver mis verdaderas intenciones... Llené mi cabeza con pensamientos sobre como se podía cambiar la polaridad de un demonio y aliarlo con los ángeles, algo tan espontaneo que ni siquiera había pasado por mi cabeza la idea de engañarla. Cambié mi rostro a una mueca de rendición.

- Tú familia...

Solté una leve risa al decir eso y me apoyé en su hombro con una sonrisa en extremo divertida por la falsa ironía que era presente en mí ahora mismo. Me recargué en ella con debilidad, no quería sumir su hombro al suelo.

Esto ser tornaba más raro con cada segundo que pasaba. Conocía a alguien de mi familia, pero cuando trate de indagar un poco más al respecto no encontré nada. Estaba evitando pensar al respecto y por ello recurrió a una torpe táctica, la cual claro no causo que me inmutara.

Me enfoqué en que la idea de que yo fuera una Russo le había parecido bastante atractiva. Eso si me alarmó un poco. Mi familia venía primero y no me gustaba nada que este sujeto parecía tener algún tipo de intenciones que nos incluyeran, según yo los Sanguinetti eran los únicos interesados en nosotros.
Pero no podía preguntarle al demonio porque no me contestaría y tampoco bajaría la pared que me separaba de su mente.

- Pareces tener interés en mi familia, quizá puedo ayudarte. - dije con una amplia sonrisa. La verdad es que me gustaba ayudar a los demás, pero no sabía si esto terminaría en algo bueno, probablemente no. Pero al final Dios tenía un plan para todos nosotros.

Fije mi vista sobre la suya, tal vez así averiguaba algo de lo que tenía planeado. Pero fuera de su cambio repentino de ánimo, no parecía haber nada.

- Qué deseas de mi familia?

Su sonrisa solo significaba dos cosas. O era muy credula, o en realdiad no era nada tonta. Tenía aún la mano en su hombro, así que cuando ella sonrió, sonreí junto con ella. Quería decirle que lo que quería con su familia era particularmente que ésta se apartara de los Sanguinetti, una guerra limpia era mejor que una llena de muertes y sangre, después de todo, a los demonios nos pertenecía esta tierra, ya que era nuestro lugar de exilio según Yhwh.

- Bueno, en realidad quiero a tu familia por muchas razones en particular, pero hay una que me interesa más que las demas.

Susurré subiendo la mirada hasta el techo con un suspiro despreocupado, y luego la miré tan humanamene posible como me dejaba hacerlo este cuerpo sin alma, era en realidad una sonrisa creíble, hasta yo me la hubiera tragado con toda la intención de ayudar.

- En realidad es una persona la que me interesa, y creo que puedes ayudarme a contactarlo.

Susurré lo ultimo con el tono de voz de un chiquillo a punto de hacer una travesura y en sus ojos me dí cuenta de como los míos se ennegrecían hasta el iris, Apreté un poco su hombro dejando ahí la marca de mi control, solo que ésta era ahora invisible y la usaría después de divertirme un poco con ella.

Esto ya no me estaba gustando, pero eso me ganaba por andar donde nadie me llamaba. Ni modo, solo quedaba hacerle frente al asunto.
Me relajé, no ganaría nada poniéndome paranoica, solo perdería concentración. Tenía ventaja, podría saber lo que planeaba, solo tendría que concentrarme para derribar el muro que me separaba de sus pensamientos.

Otra cosa era evacuar el terreno... No podíamos seguir discutiendo aquí, ya estábamos atrayendo demasiada atención.
No borré la sonrisa de mi rostro mientras le escuchaba. Contactarlo. Quería contactar a Castiel o a Gabriel.

- Me encantaría darle un mensaje de tu parte, pero sugiero que vayamos a otro lado, ninguno de los dos quiere hacer una escena aquí. Solo atraerías más ángeles.

Tomé su mano y la alejé de mi hombro. Dejando que su mano cayera a su costado.
Ladeé mi cabeza, dando a parecer que estaba aburrida de todo esto, si él quería jugar, dos podíamos jugar ese juego.
No me iba a rendir sin una pelea.

Le dediqué una mirada reprochante y negué con la cabeza. En realidad esto tendría el grado de siquiera matar el aburrimiento que me provocaba este mundo de Humanos sin moral. Me crucé de brazos y la miré, borrando la conciencia de la marca de mi don en ella, sería muy fácil confundirla. Sabía que seguía intentando leer mi mente, son cosas que se sienten fácilmente cuando sabes qué y como lo hacen.

- ¿Que sugieres?

Susurré mirando el suelo. Los humanos en realidad no me importaban mucho, pero ella debía de estar sana para que yo pudiera hacer mi pequeño plan egoísta. Un capricho no dañaría a los mandos de allá abajo, en realidad iba bastante bien, y más si me colaba a las prisiones a buscar aquellos mementos que necesitaría para aguantar al hermano de esta chica.

- Es más facil hacer un pequeño siniestro aquí que buscar un lugar más, Cherîe.

- Para ti es fácil decirlo, pero ya deberías saber que no puedo poner en peligro a los humanos.

Respondí de inmediato y miré a mi alrededor. Evacuar el lugar llevaría varios minutos, sin importar lo que se me ocurriera para lograrlo. Ganas no me faltaban de prenderle fuego al demonio este... pero no podía correr el riesgo. Y las llamas poco le harían...
Bufé y cerré los ojos. Segundos después la gente comenzó a salir gritando y en pánico absoluto. "Mi hermano me matará."

Me hice a un lado para permitir que todos salieran de la edificación. Viendo de reojo a Gabriel, más que nada para asegurarme de que no atacaría a alguien.
Y finalmente quedamos solos. El "incendio" ceso milagrosamente. - Eres impaciente, pero te has salido con la tuya.

Más valía andar sin rodeos. Una pregunta no dañaría a alguien. - A quién buscas? A Castiel o a Gabriel? Yo creo que a Gabriel... Castiel nunca hubiese dejado ir a alguien como tú.

El olor del fuego, lo conocía muy bien, había vivido entre ese olor por mucho tiempo, era en realidad algo muy fácil de notar a comparación del aire limpio de la tierra que pisaban los humanos. Sonreí de lado mirando a la gente pasarnos de largo en pánico, los humanos eran criaturas en extremo sensibles, una chispa y ya se estaban muriendo de miedo.

- Claro, usualmente lo hago, me sienta bien después de todo.

Susurré regodeandome en que después de todo, había sacado a los humanos del lugar con un truco bastánte util. Nombres, nombres, Si no me supe el de ella menos me iba a saber el de sus familiares.

- En realidad no se cual de los dos es, El alto, rubio, pelo corto, pedante y con un gran espiritu para joder.

Sonreí recordando al ángel y lo atractivo que era, claro era que si decía eso a su hermana sabría mis intenciones, así que aquel pensamiento se quedó severamente encerrado en mi mente. Me quité la chaqueta de cuero, dejando debajo una camiseta de color rojo oscuro a la vista.